Al menos dieciocho personas murieron este lunes, once de ellos presuntos yihadistas, y otras dos resultaron heridas en un tiroteo entre fuerzas de la Guardia Nacional tunecina y un grupo de presuntos yihadistas que se habían infiltrado en el país desde la vecina libia. Fuentes de Seguridad explicaron que entre los muertos hay dos policías y cinco civiles que murieron en el asalto a un puesto de control y una comisaría en la localidad de Jellal, vecina a Ben Guerdan, la capital del sur de Túnez, en el segundo incidente armado de esta naturaleza en los últimos cinco días. Las fuentes no especificaron si los cadáveres pertenecen a los atacantes o a las fuerzas de Seguridad y se limitaron a indicar que la situación está ahora bajo control tras varias horas de intenso intercambio de disparos. El pasado miércoles, unidades especiales tunecinas de la lucha antiterrorista mataron a cinco presuntos yihadistas que se habían infiltrado en el país desde la vecina Libia y tomado a una familia como rehén en una casa situada en el Auya, una pequeña localidad a 10 kilómetros de Ben Guerdan. Las fuerzas de Seguridad indicaron entonces que los presuntos terroristas estaban vinculados con la rama libia del grupo yihadista Estado Islámico y que entraron en el país de forma irregular a través de la frontera a bordo de varios vehículos todoterreno.
Los yihadistas se refugiaron en una casa y tomaron a una familia como rehén"Los yihadistas se refugiaron en una casa y tomaron a una familia como rehén en su intento de huida tras un enfrentamiento con las fuerzas de Seguridad. Un ciudadano resultó herido y murió en el hospital", explicó la fuente. Testigos aseguraron, por su parte, que los infiltrados eran diez y que cinco de ellos habían logrado huir tras el primer intercambio de disparos. Fue en Ben Guerdan, situada a unos 50 kilómetros al oeste de la frontera libia, donde las fuerzas de Seguridad detectaron a los presuntos yihadistas infiltrados y donde se entabló el primer tiroteo, en el que pereció el civil, al parecer alcanzado por una bala perdida. La Policía fronteriza tunecina estaba en estado de alerta máxima desde que hace dos semanas aviones de combate estadounidenses mataran a 50 personas en su mayoría tunecinos- en un bombardeo contra supuestos objetivos de la rama libia del EI en la ciudad libia de Sabratah, a unos 100 kilómetros de la frontera con Túnez.
Según el Pentágono el fin último del ataque era matar a Nourdine Chouchane, un conocido cabecilla yihadista tunecino al que se acusa de instigar dos de los tres atentados que Túnez sufrió en 2015 y que luchó junto al grupo terrorista Estado Islámico en Siria e Irak. Poco después, tropas al mando del Gobierno libio en Trípoli prosiguieron con la operación por tierra contra la citada célula en Sabratah, lo que había puesto en alerta a las fuerzas tunecinas, que temían que los yihadistas hostigados huyeran en dirección a su país. Las zona de desierto del sur de Túnez que se extiende entre Libia y Argelia se han convertido en los últimos años en lugar de reunión y paso de cientos de yihadistas procedentes de todos los puntos del Sahel y del norte de África que pretenden sumarse a la lucha armada en territorio libio. El lunes, fuerzas de Seguridad tunecinas ya habían matado a cuatro presuntos yihadistas en un tiroteo en una zona cercana a la frontera con Argelia. El primer ministro tunecino, Habid Essid, afirmó el jueves que los yihadistas infiltrados desde Libia pertenecían a una célula que había entrado en el país con el objetivo de perpetrar atentados, pero no confirmó ni desmintió si una parte de ellos había logrado huir.
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